Nacho Casanova en un momento de la entrevista. Foto: Víctor Romano

Nacho Casanova (Zaragoza, 1972) estaba trabajando en ‘El coche de Intisar‘, que transcurre en el árido paisaje de Yemen, pero el lápiz le pedía “carne y sensualidad”. De esta apetencia surgió ‘Pornográfica‘, un tebeo inmejorablemente descrito en la pegatina que luce su portada: “Atrevido, sensual, turbador, y bello, muy bello”. En su nueva obra, el autor zaragozano sumerge al lector en un porno intimista, en el que más que mirar, se participa.

Casanova acudió a Zaragoza el pasado 25 de mayo como invitado a la primera edición de la Muestra de Autoedición de Zaragoza, La Maza. Antes de entrar en el coloquio en el que intervenía, sacó tiempo para tomar un café y hablar de sus tebeos, pero también de otras cuestiones, como la política internacional  de Diábolo Ediciones, en la que ve nuevas vías tanto para los autores como para los trabajadores de la industria editorial.

¿Qué has querido hacer con ‘Pornográfica’?
De hecho, no era un libro premeditado. Es un libro en el que me he metido un poco sin darme cuenta. Cuando comienzo cualquiera de mis proyectos, todos tienen una intención y un porqué, pero este libro era un mero escape. Estaba dibujando ‘El coche de Intisar’ y el dibujo de Yemen era feísta, de un sitio árido y con esquinas, y me apetecía dibujar carne y sensualidad. Llevaba dos años dibujando Intisar, y me apetecía recuperar la sensualidad en mi dibujo. Empecé a examinar la sensualidad a través del dibujo, y me puse a escribir historias sensuales. De repente me encontré que tenía 50 páginas hechas y muchos guiones, así que quise hacer un libro con ese material que surgió como vía de escape.

La edición de 'Pornográfica' en castellano -con pegatina- y en francés.

Llama mucho la atención la pegatina de la portada.
La pegatina fue una discusión que tuve con Lorenzo [Lorenzo Pascual, el editor de Diábolo Ediciones]; yo quería una pegatina o faja en portada, y a él le parecía bien, pero tenía que ser una frase contundente, que no encontrábamos. Lorenzo quería meter un eslogan del tipo “Si te gustó ‘Cincuenta sombras de Grey’…”. Y yo le decía a Lorenzo que, sin habérmelo leído, seguro que ‘Pornográfica’ no se parecía en nada a ese libro, y que llevaría al lector a error. En esas estábamos, no nos poníamos de acuerdo. Y Rosa Martí, mi mejor amiga, me mandó varias frases, y una de ellas era esta. Cuando la leí dije: “Esta es”. A la hora de imprimir la pegatina, tuvimos que dar la orden a la imprenta a última hora y eso generaba problemas técnicos. Pero estábamos tan convencidos de que la pegatina era de puta madre que teníamos que sacarla. Y es una perfecta definición del contenido de libro.

¿La pegatina es la expresión de que tu control sobre tu obra es completo?
Una vez que tengo claro que voy a hacer un libro, tengo la suerte de poder controlarlo todo. Tenía claro que quería una pegatina, que el formato sería más pequeño que mis otros libros, que tendría tapa dura y unas guardas para poner ‘story-boards’ de las páginas, algo que siempre había querido incluir; la portada debía ser blanca, algo para lo que siempre me ponen pegas, porque se mancha mucho. Es un libro que se ha hecho todo a mi gusto.

La lectura del libro llega a generar cierta incomodidad en el lector, porque lo conviertes en voyeur de escenas muy íntimas. ¿Era tu intención?

Más que hacerlo voyeur, quería que el lector se metiera dentro de la relación sexual. Tampoco es que sienta que le chupan la polla, pero que diga: “Ostras, aquí pasa algo”. He buscado una representación de las relaciones sexuales que hagan que el lector esté muy, muy cerca. Esto puede generar incomodidad, dependiendo del grado de tolerancia del lector, porque en el sexo cada uno tiene sus criterios y sus gustos. Si se siente espía de algo que cree que no debería estar viendo, es que he tocado hueso en algo que no le gusta, porque mi intención es excitarle. Mi objetivo es que el lector se sienta partícipe del acto sexual que transcurre en cada historia.

Quizás esta incomodidad viene de que estamos acostumbrados al porno tradicional, obvio, y tú haces que con líneas artísticas, bellas, el lector se ponga cochino.
La sensación de ponerse burro es incómoda, claro. Pero no me dirijo a un auditorio, me dirijo a un lector único, que se enfrenta en soledad a la lectura. Eso me permite ir un poco más allá y tratar de tocar algo que hay muy dentro del lector. Tiene que ver con el vehículo, con que es un libro, y si no hay nadie mirándote al leerlo te puedes abrir y acercarte a lo que pasa en él.

¿Qué reacciones has recibido?
Es un tipo de libro que la gente prefiere no comentar. No te dicen: “Me he puesto palote”. Pero sí me comentan la estética del libro. En el pasado Salón del Cómic de Barcelona, muchas chicas cogían el libro. Iban parejas, y los novios miraban tebeos varios y todas las chicas ponían el dedo en la portada de ‘Pornográfica’ para enseñárselo a su chico y decirles: “Este me gusta”. La representación estética del libro funciona, y a las chicas creo que les he llegado. Todo esto está hecho sin preverlo; el análisis lo hago a posteriori.

En cierta medida, y aunque no era tu intención ¿’Pornográfica’ se acerca a lo que algunos han etiquetado como “porno para mujeres”?
He intentado evitarlo, aunque Lorenzo sí que estaba empeñado en remarcar que era un tebeo que iba a gustar a las mujeres. Lo que sí se puede decir es que es un libro que no las descarta, y que las chicas que lo han leído y me lo han comentado no se han sentido ofendidas por machismo. Pero el sexo es algo muy subjetivo. Tampoco me he metido en terrenos pantanosos, pero no por evitarlos, sino porque he querido trabajar con los temas que me ha dado la gana y ser honesto. Y ha resultado que es un libro que creo que no es machista, no es sexista y que gusta bastante a las chicas dispuestas a leer sobre sexo.

Página de 'Ahí abajo', la historieta sobre "regalar sexo".

En el Salón del Cómic de Zaragoza llevabas entre manos la libreta donde estabas dibujando ‘Pornográfica’. ¿Cómo es tu proceso de trabajo para un tebeo?
Todo lo trabajo siempre en la libreta, todos mis álbumes están en libretas. Abres una libreta mía y empieza la página uno de un álbum, y de ahí hasta la página 128; intercaladas pueden ir otras cosas, pero por lo general va una página detrás de otra. Y cuando termino un álbum, empiezo otro en la misma libreta. Sí es cierto que hay algunas historias, las que no tienen contorno de viñeta, que están dibujadas de forma dispersa en la libreta y luego remontadas con el ordenador.

'La terraza de enfrente', la mirada de la chica que tiende la ropa lo dice todo.

¿Tu forma de trabajar es espontánea?
Sí es espontánea, pero en muchas de mis libretas hay guiones, que es apuntar el tema sobre el que quiero fantasear. Por ejemplo en el caso de la primera historia, el tema es regalar sexo. Es una historia de una mujer a la que le están haciendo sexo oral pero no vemos la persona que se lo hace, y además ella se toma una copita de vino mientras. Es el epítome del regalo sexual. Con esa simple idea que apunto me pongo a trabajar. Me doy cuenta que no hago un guión técnico, pero sí reflexiono sobre lo que quiero trabajar. Por ejemplo, en la historia de la chica que tiende la ropa, quería hablar de la mirada, en este caso alguien que te mira y te comunica que no hay incomodidad al sentir una tensión sexual entre los dos. Mi idea inicial en el guión era mostrar la mirada como un vehículo sexual, y a partir de esa idea, un día decido atacarla y entonces mi trabajo sí es espontáneo.

Un trío en primerísimo plano en 'Feliz cumpleaños'.

Has citado dos de las historias del libro. ¿Tienes alguna favorita?
Casi todo el mundo reseña la historia del chico que está dibujando el coño a su novia. Pero a mí la que más me gusta es la del trío, porque hay muchas cosas de lenguaje del cómic invisibles pero que me he currado mucho. Hay tres personajes y nunca sabemos muy bien quién es quién, pero cada uno habla en un lugar diferente de la viñeta: uno tiene sus globos arriba, el otro en medio y el tercero, abajo. Este tipo de cosas son invisibles, pero están. Hay un despliegue técnico del que como autor estoy orgulloso, pero el lector no tiene por qué verlo (aunque están ahí, y te aseguro que funcionan), y él se queda con la que más cachondo le ha puesto. También me gusta mucho la historia de la boca y las orejas, que tiene mucha historia soterrada, muy chunga de desamor, muy dura. Tiene varios niveles de lectura, y eso también me gusta.

Un polvo con trasfondo chungo en 'Dos ritmos'.

¿Con ‘Pornográfica’ vuelves a la línea que tenías en ‘Autobiografía no autorizada‘?
Sigue la misma línea porque en ‘Autobiografía’ hacía lo que me daba la gana, y cuando he dibujado esto, también. ‘El coche de Intisar‘ me apetecía mucho y es un proyecto al que le tengo un cariño enorme, pero me sentaba a la mesa y pensaba: “Si ahora dibujara por placer, dibujaría otra cosa”. Y eso es lo que hago con el resto de mis libros, con ‘Autobiografía’, con ‘Un día‘… Cuando trabajo con guionista, como ha pasado en ‘Mistigri‘ y ‘El coche de Intisar’, hago cosas que se salen de lo que yo hubiera dibujado por propia iniciativa. Pero tengo la suerte de poder hacer lo que me apetece y que a mi editor le guste.

Publicas en Diábolo Ediciones que, dentro de su política de publicar en varios países a la vez, ha sacado ‘Pornográfica’ también en Francia. ¿Cómo valoras esto, tanto como autor como colaborador de la editorial?
Como autor me parece de puta madre, porque si sale en francés y castellano, te dan dos adelantos y cobro el doble; en realidad más, porque en Francia se tiran muchos más ejemplares. Como trabajador de la industria editorial, me parece que Lorenzo es un tío que tiene unas ideas y un cuajo enorme para sacarlas adelante que me admira. Aquí está difícil conseguir mercado, y Diábolo es una editorial pequeña que tampoco tiene muchas armas para conseguir clientes. Detrás de Diábolo está una única persona, Lorenzo, y cuenta con la ayuda de dos o tres rotulistas o maquetadores y un par de traductores. Un día Lorenzo nos dijo: “¿Sabéis qué vamos a hacer? Vamos a publicar los libros a la vez en castellano, en francés, en inglés, en italiano y en alemán, en acuerdo con la distribuidora”. Esto es un riesgo, porque imprimes mucho más, con el coste que eso conlleva, y tienes que pagar más a los autores, tienes que traducir y rotular en varios idiomas… Es una inversión arriesgada, pero si las cuentas salen, si van a salir de alguna manera, va a ser así. Vamos a imprimir los ejemplares habituales de un tebeo en el caso de ‘Pornográfica’ en España, pero como con eso no vamos a ningún sitio, vamos a sacar por lo menos el doble para Francia. Es lo mismo que está haciendo con lo de la Segunda Guerra Mundial [se refiere a la serie ‘W.W. 2.0’], que está claro que lo tenía que editar en Alemania. Cuesta poco más enviar los libros a Barcelona que a Alemania; se imprimen a la vez en los dos idiomas, de manera que bajas el precio por ejemplar, y técnicamente en la imprenta resulta muy económico.

¿Publicar en toda Europa abre una nueva vía que puede contribuir a la profesionalización de los autores?
Claro. No todos los libros se publican en todos los idiomas, pero algunos sí, como los tebeos de gatos de José Fonollosa o ‘El joven Lovecraft‘, y los dos con mucho éxito. Vale que en España e Italia se vende poco (hablo en general, aunque los dos citados se venden muy bien en todas partes), pero si se suman las ventas en Alemania, Estados Unidos e Inglaterra… Accedes a un mercado enorme, y eso es bueno por defecto. Todo esto lo ha hecho un tío solo, Lorenzo, que ha decidido que va a mandar muchos mails, hacer muchas videoconferencias, llamar mucho por teléfono, viajar para perseguir a las distribuidoras… Y esto para mí, como maquetador de la editorial, me da trabajo, así que de puta madre.

Tu obra anterior, ‘El coche de Intisar‘, ¿ha funcionado mejor fuera que aquí?
Aquí también ha funcionado muy bien. Es verdad que en Francia nos han dado premios y que se ha reimpreso. Ahora estamos entre los cinco finalistas para un premio que organiza la línea francesa de alta velocidad y que se falla en septiembre, y nos han pedido páginas para exponerlas en sus estaciones. Creo que influye que en Francia están más interesados la cultura árabe, porque han tenido más inmigración. Pero sí, es un libro que en Francia todavía está muy vivo. Más que aquí.

Esto es una impresión personal, pero ‘El coche de Intisar’ me parece un tebeo al que en España le han faltado repercusión y premios.
Me sabe mal decirlo, pero es un tebeo que debería haber estado por lo menos nominado a premios. Me permito el lujo de decirlo porque no creo que sea por mi trabajo, sino por el guión de Pedro Riera, que estuvo un año en Yemen y aprovechó su estancia para escribir un guión de puta madre, de historias reales, bien estructuradas, que descubre un mundo increíble. Me da rabia por su trabajo y el de su mujer, que realizó muchas entrevistas para documentarlo. El libro se presentó en en la embajada francesa de Yemen, y generó un debate muy intenso sobre el contenido del tebeo, y eso aquí ha pasado desapercibido, mientras que en Francia está teniendo mucho recorrido.

¿Se han interesado en algún país más por este cómic?
Nos han comprado los derechos para Corea –del Sur, claro–. He leído poco de cómic coreano, apenas títulos como ‘El Gran Catsby’ de Doha, pero me da la impresión de que sus tebeos entroncan más con la tradición europea que con la japonesa. Cuando me dicen que en Corea se han interesado en nuestro libro, pienso: “Claro, si los tebeos coreanos que he leído me interesan… ¿Por qué no le va a interesar a un coreano un libro sobre Yemen hecho aquí?”.

¿Estás trabajando ya en algún proyecto nuevo?
Ahora estoy un poco de ‘postparto’ de ‘Pornográfica’, pero ya tengo cosas escritas para un libro que va a ir sobre historias de amor y desamor cutre. Es de amor, pero del que te da un golpe en el estómago.

¿Qué cómics te gusta leer?
Leo mucho. En Barcelona, entre lo que me mandaban de las editoriales para las que trabajo y las bibliotecas, leía de todo, de superhéroes a manga. Pero ahora que he vuelto a vivir en Valencia, y con esto de la crisis, leo menos. Me gusta leer el tipo de tebeo que yo mismo hago, novela gráfica para adultos, pero me das un ‘Authority’ y me lo paso como un cabrón, o un ‘Adolf’ de Tezuka, o algo Chris Ware, Juan Berrio, Fontdevila… Le doy a todo, aunque no llego a todo.

Cuando nominaron ‘Autobiografía no autorizada III’ a los premios del Salón del Cómic de Barcelona, me dijiste: “Soy el menos distribuido, el menos leído y el más marginal de los nominados”. ¿Te sigues viendo así?

Ahora ya no, ‘El coche de Intisar’ rompió una barrera, y ‘Pornográfica’ también está yendo muy bien. Y espero que de aquí vayamos hacia arriba. Tengo algunos amigos que con cada libro me dicen algo así como: “Con este sí, Nacho, con este te vas a hacer visible”. Y eso no llega. Pero no pasa nada, tengo la suerte de hacer lo que me gusta cuando quiero. Y eso vale mucho.

'Porque me gusta'